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  • Maletines de pintura: arte y nobleza

    Una caja de pinturas es uno de los regalos más bellos que se pueden hacer. Desde las más sencillas destinadas a los niños y la escuela hasta las de gran nivel para auténticos aficionados a la pintura, se trata de objetos que despiertan como pocos un intenso sentimiento de placer estético y de prometedora creatividad. Pero también es cierto que recibir como obsequio una caja de pinturas produce de inmediato sentimientos encontrados. Sabemos que esa maravilla de colores y texturas está ahí para usarla, para crear, para expresarse sobre el papel o el lienzo. Y sin embargo, al mismo tiempo tememos el momento en que empezaremos a gastar esos tubos, esas pastillas, esos recipientes que ahora, antes de estrenarlos, forman un conjunto ordenado cuya belleza nos da reparo romper. La contradicción está servida y, en algunas ocasiones la caja se queda sin estrenar, no por falta de deseo de utilizarla, sino para mantener intacta su magnífica presencia. Aquello que nació para crear arte se convierte, por sí mismo, en un objeto querido y muy preciado.

    Valga esta reflexión improvisada para introducir el tema de las cajas de pinturas, un artículo con una gran riqueza de variedades, clases, precios y públicos. Las cajas de pintura al óleo y las de pintura acrílica suelen ser de madera noble y, además de los tubos con los distintos colores, más o menos numerosos, incluyen accesorios como paleta, pinceles, espátulas, pocillos y otras herramientas prácticas.

    La pintura al óleo mezcla los pigmentos que dan los distintos colores en un aglutinante a base de aceites de origen vegetal. Se conoce desde la antigüedad y ya se utilizaba en la Edad Media, aunque predominaba entonces la pintura al temple o al fresco. Durante el siglo XV se generalizó su uso porque permite un secado más lento y, por tanto, la realización de correcciones. Además ofrece una excelente estabilidad y conservación del color. Fue la técnica favorita de artistas como Leonardo, Tiziano o Velázquez, que valoraban poder trabajar lentamente, con correcciones continuas, tanto de composición como de colores. Admite soportes muy diversos, como metal, piedra, o marfil, pero lo más habitual es emplearla sobre lienzo o tabla.

    La pintura acrílica contiene un material plastificado en que los pigmentos están en una emulsión de un polímero acrílico. Se trata de una pintura de secado rápido y soluble al agua, aunque cuando se seca cuesta de diluir. Es la pintura más moderna, ya que se desarrolló durante la primera mitad del siglo pasado. Otras de sus ventajas son que se puede añadir pintura a una superficie ya pintada, es muy estable y resiste bien la oxidación, con lo que es la técnica que presenta menos problemas de conservación. Se adapta a una gran variedad de superficies y puede aplicarse casi sobre cualquier soporte absorbente (lienzo, madera, aglomerado, cartón, papel) sin ninguna base aislante. Tiene más resistencia que el óleo, que tiende a cuartearse, aunque también puede variar más su tono al secarse.

    En la historia del arte, se considera que la pintura acrílica inició su andadura en la década de 1920, cuando los pintores mexicanos Orozco, Siqueiros y Rivera comenzaron la realización de los grandes murales al aire libre que los harían universalmente famosos. Necesitaban una pintura que se secara con rapidez y que resistiera bien las condiciones de la intemperie. Ni el óleo ni la técnica del fresco les servían. Recurrieron entonces a las resinas plásticas, ya conocidas en la industria, y les añadieron pigmentos mediante polímeros. Más adelante también utilizaron pintura acrílica los expresionistas abstractos (Pollock, Rothko) y el pop-art (Warhol, Wesselmann), y hoy es empleada por muchos aficionados y el público infantil por su comodidad.

    Mencionemos finalmente las cajas de acuarelas, normalmente metálicas y presididas por las pastillas de los diversos colores, aunque también existen acuarelas en tubo. En esta técnica, la pintura se dispone sobre papel o cartulina con colores diluidos en agua. A diferencia del óleo o la acrílica, el fondo blanco del papel se emplea como verdadero tono. En las pastillas de acuarela, los pigmentos se aglutinan con goma arábiga o con miel. La técnica tiene su origen en China, poco después del año 100 a.C., y se extendió por Europa a partir del siglo XII, en paralelo al papel. Algunos acuarelistas célebres son Durero, Van Dyck, Gainsborough, Constable y Turner.

    Cada aficionado puede elegir su técnica preferida e intentar parecerse a alguno de los grandes maestros de la pintura universal. Lo que está claro es que una buena caja de pinturas, con su belleza propia, sus pinturas y sus herramientas y accesorios será la compañía perfecta para iniciar la aventura.

    Archivo: Bellas Artes/Manualidades

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