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  • Educación: ¡A jugar y aprender!

    A finales del siglo XIX, Europa vivió una renovación pedagógica que aportó importantes cambios en la concepción educativa. Entre ellos, la teoría de ‘la letra con sangre entra’, las prácticas memorísticas, enciclopédicas y basadas en la organización escolar excesivamente intelectualista comenzaron a transformarse bajo la máxima horaciana de “instruir deleitando”, así lo explica el Prof. Dr. Andrés Payà Rico en la introducción de su tesis doctoral: ‘La actividad lúdica en la historia de la educación española contemoporánea’, presentada en la Universitat de Valencia el 5 de julio de 2006 y publicada por la Universitat de Valencia en 2007.

    Estas primeras palabras nos ubican un siglo atrás en el tiempo, cuando profesionales y expertos en educación comenzaron a intuir que los valores y las posibilidades educativas del juego podían ser las bases de toda educación, que la importancia de la actividad lúdica, la educación integral y las relaciones entre juego y trabajo son dos caras de la misma moneda.

    Por ello y como síntesis introductoria, proponemos iniciarnos en el tema con una premisa clara: la diversión y el gozo lúdico son elementos motivadores del aprendizaje que, además, son un importante instrumento de evaluación o diagnóstico educativo.

    Dicho esto, y sin encallarnos en las muchas idas y venidas que padeció el sistema educativo español a lo largo de la última centuria, pongamos la mirada más allá de lo difícil que es acabar con las viejas costumbres, las dificultades que conforma un sistema educativo que aun no reconoce con convencimiento los cambios, y que no forma docentes y profesores con las nuevas herramientas y teorías aparecidas a lo largo del siglo XX y que, en muchos países –como Finlandia– se hacen aún más potentes en esta segunda década del siglo XXI.

    Vamos a ponerle entusiasmo y optimismo, porque es evidente que sí hay en España muchos profesionales que abogan por un sistema educativo vanguardista que incluya el juego como forma de aprendizaje. Asimismo, muchas empresas dedicadas al juguete apuestan por los juegos y juguetes didácticos que se convierten en instrumentos de socialización, de coeducación y aportan su granito de arena para conseguir una educación lúdica para la paz.

    En definitiva, el juego es un recurso de educación moral y cívico-social importantísimo que permite desarrollar la identidad relacional, la sociabilidad, la cooperación y el civismo mediante la práctica lúdica. Por ello y para conseguirlo, veremos cómo influye y cuáles son los mejores juegos y juguetes según la edad y necesidades personales o colectivas durante la infancia y a lo largo de todo el proceso escolar. Y, porque nos atrevemos, destacaremos la importancia del juguete didáctico en todas las edades, incluso como motivador y potente estímulo durante toda la vida.

    ¡Jugar nos hace bien!

    Si bien muchas veces hemos escuchado que todos tenemos un niño dentro, aunque hayamos recorrido ya varias décadas sobre la tierra. Personalmente, no es esta la idea que más nos seduce para presentar nuestros argumentos porque creemos que, a veces, se puede malinterpretar el juego como “cosa de niños”, y aquí salta la primera alarma: el masculino genérico para referirnos a la infancia.

    Este es un claro ejemplo de por qué mediante el juego podemos aprender muchas cosas de una manera empírica, divertida, asociativa y, aunque sin sangre, será con una sonrisa que hará del saber una experiencia mucho más duradera. Por ejemplo los juegos tradicionales y populares o el folklore se convierten en instrumentos sociabilizadores que ayudarán a una mejor integración evitando discriminaciones por cuestiones de raza o religión; el juego no sexista nos hace más conscientes de que mediante la coeducación –con iguales oportunidades incluyentes– se puede acabar con la diferenciación de roles en el juego de niños y niñas. Y, por qué no, reflexionar sobre los juegos bélicos: ¿qué significan? ¿qué promueven?

    Paso a paso…

    ‘El juego es, además, de un alcance pedagógico inmenso. Ya sabemos el lugar que ocupa en los nuevos métodos de educación, ya se trate de juegos educativos ya de una manera más general del ejemplo del juego como medio de expresión en sí. El juego es un medio para el educador, teniendo siempre en cuenta que no es un fin sino uno de los medios más eficaces para educar’. Saegesser, F. (1991)

    ‘…como aporte y soporte de esta nueva acción educativa, entendemos que el juego debe jugar, valga la redundancia, un fundamental papel, es más, el juego debe ser entendido como un estilo de educación (…) no se trata ya de que el juego sea un medio, sino que el juego mismo  tiene que ser un objetivo, una meta con valor educativo per se.’ Trigo, E. (1994)

    ‘…la actividad lúdica debe ser un elemento que impregne toda la práctica educativa…’ García, M.E. y Ruiz, F. (2001)

    Así, estos especialistas no solo aconsejan el juego como práctica educativa a nivel intelectual, para cultivar y dirigir la facultad creadora y la inteligencia en general, sino también como ejercitador de la fuerza y agilidad del cuerpo en general, de cada uno de sus órganos y como potenciador para desarrollar y fortificar los sentidos.

    El juego debe estar presente en todas las asignaturas y espacios educativos porque, entre todas, la actividad lúdica integral permite una educación física, estética, moral e intelectual equilibrada.

    El juguete ideal

    Antes de profundizar sobre cual es el mejor juego o juguete, nos agrada la idea de compartir algunas ideas que, seguramente, deberíamos tener en cuenta antes de fabricar, comprar o distribuir un juguete.

    En primer lugar es muy importante tener en cuenta que el juguete cumpla con el deseo del niño o la niña. Muchas veces nos dejamos llevar por la oferta y no respetamos esa demanda intrínseca que vivimos durante la infancia que nos mueve a investigar, descubrir, socializar, demanda que es importante satisfacer, desarrollar y en la que el juego es un motor generador de estímulos que nos ayuda a crecer.

    En segundo lugar debemos seguir una línea de coherencia con los valores que queremos transmitir. En el mercado hay infinidad de juguetes que respetan todas las normas de fabricación europea y proponen juegos y juguetes seguros, libres de toxicidad, ecológicos, reciclables, etc. Es importante que no relativicemos el valor de este ‘regalo’ como instrumento para inculcar principios y valores que pueden incorporarse de manera divertida durante la infancia más temprana para que, más tarde, cuando estos conceptos aparezcan en los libros durante la escolarización, ya sean parte de los hábitos adquiridos.

    En tercer lugar tener en cuenta la importancia de aprovechar el juego o juguete para la transmisión de la cultura y el folclore de los pueblos. No solo fomentar los juegos de cada comunidad sino incorporar también aquellos que llegan desde otras culturas y resultan enriquecedores. El intercambio siempre es favorecedor para comprender y explicar factores emotivos, históricos e intelectuales.

    En cuarto lugar avanzar en el concepto de que los juegos, juguetes y ejercicios durante la infancia deben ser comunes para ambos sexos. No fomentar los tradicionales roles asignados con connotaciones sexistas. Tengamos presente que cada niño y cada niña tiene sus tendencias innatas o naturales debajo de la construcción social que les imponemos a través de nuestro entramado social.

    En quinto lugar tener presente que el mejor juguete no es necesariamente el más caro, que existen millones de propuestas y que elegir la más adecuada está al alcance de nuestras manos.

    ¿Qué juego o juguete recomiendan los expertos según la edad?

    - De 0 a 6 meses los juegos y juguetes son los mejores aliados para descubrir el cuerpo y jugar con los sentidos: el tacto –con las texturas–, la vista –con los colores, las formas y los móviles–, el oído –con sonajeros–, el olfato –con libros que contienen olores al rapar las superficies–; y, también, la motricidad con juguetes de goma, alfombras con actividades, etc.

    - Entre los 7 y 12 meses comienza la etapa de explorar los objetos y disfrutar con pelotas, muñecos de trapo, juguetes sonoros, tentetiesos, balancines y andadores. Es la época dorada del movimiento. El mundo está allí para que puedan descubrirlo y muchos juegos y juguetes estimulan a comenzar con las primeras construcciones con cubos, cajas, anillas, etc.

    - A partir de los 13 y hasta los 18 meses caminar se convierte en la más maravillosa experiencia. Vemos cómo corren por la sala y de pronto se sientan a disfrutar de un juego de encajar, apilar, vuelven a coger la bicicleta (con ruedas auxiliares) y disfrutan empujando carros o jugando con coches. El tiempo pasa entre la actividad física y los juegos ‘de pensar’, la combinación perfecta.

    - Llegan los 19 meses y hasta los 24 la mayoría de niñas y niños interactúan con el entorno de manera más activa. Aparecen las preferencias por las pizarras, las pinturas, los instrumentos musicales, las muñecas y los animalitos. También los coches y las bicicletas son parte de este aprendizaje que significa vivir en sociedad.

    - Entre los 2 y 3 años se despierta la curiosidad y surgen las primeras escenas de imitación, la fase de la interpretación y la actuación que les proporciona mucha diversión mediante la caracterización con disfraces y juegos de roles. Se refuerzan aquí los ejercicios físicos (el triciclo forma parte indispensable de la infancia) y también los nuevos retos: rompecabezas, teléfonos y otros aparatos ‘de juguete’ que emulan a los de uso cotidiano como cocinas, coches, etc. en miniatura.

    - Desde los 3 a los 5 años las preguntas son las protagonistas que motivan y estimulan a niños y niñas a aprender canciones, jugar juegos de rol donde niños y niñas aun no reconocen los roles tradicionales y libremente realizan aquello que les agrada; también cobra importancia la hora del cuento (leídos y también aquellos que encontramos hoy en el mercado que disponen de una grabación y son muy atractivos porque además de la historia fomentan la sensación de independencia que forma parte de este momento del desarrollo). Las pizarras siguen siendo una manera de comunicar y expresar emociones que mantiene el interés de niños y niñas que muchas veces siguen utilizándolas a lo largo de toda la etapa de escolarización -¿será un inicio de emulación del mundo adulto que comienzan a presentir?-. Además, también les encantan las marionetas, muñecos articulados, magnetófonos y, a quién no, las bicicletas.

    - Llega la etapa escolar y, entre los 6 y 8 años, aprender a leer y escribir, sumar y restar requiere de mucha atención y concentración. Aquí entran los juegos que pueden utilizarse en el ámbito educativo para dar respuesta a las preguntas y al deseo de experimentar que, afortunadamente, tiene interesantes propuestas en el mercado para reforzar lo aprendido de manera lúdica, con más juegos. En esta etapa también es importante el ejercicio físico, ¿cambiar la bicicleta por el monopatín o los rolers? ¡Puede ser una buena idea! Otro aspecto importante es el interés que despiertan los juguetes teledirigidos como coches, aviones, etc., los juegos manuales y de experimentos, etc.

    - Entre los 9 y 11 años se despierta con entusiasmo la búsqueda de aquellos juegos que desafían a pensar, reflexionar como los juegos de estrategia. El gusto por los audiovisuales, lo dispositivos electrónicos    y los experimentos de química y física, todos ellos forman parte importante de su educación y estos temas están ligados directamente con sus deseos y ansias de aprender y descubrir.

    - A partir de los 12 años, dicen algunos expertos, ‘desaparecen las ganas de jugar y van construyendo su propia identidad a través de los libros, la música y vídeos-juegos’.  Sin embargo, aquí discrepamos rotundamente. Las ganas de jugar  no desaparecen a lo largo de toda la vida si crecimos y nos formamos seriamente de manera lúdica. Por ello, es importante que los conceptos que hemos desarrollado aquí refuercen la importancia del juego didáctico como parte fundamental tanto dentro del marco académico-formativo como en el ámbito familiar.

    Jugar nos ayuda a comprender. Jugar es sano. Jugar es la mejor manera de aprender.

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