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  • La escritura a mano frente a la tecnología

    Los bolígrafos y los teclados implican el trabajo de procesos cognitivos muy diferentes

    Imaginemos que usted, abnegado padre en pleno siglo XXI, les cuenta a sus dos pequeños que Miguel de Cervantes escribió el celebérrimo Don Quijote de la Mancha, novela que relee en sus ratos libres, con una pluma de ganso. Ha pasado la tarde con los chicos en el cine viendo una película en 3D y después han estado dando un paseo por la sección tecnológica del centro comercial. Los pequeños, Juan e Ismael, están deseando ser mayores para tener un móvil propio y poder comunicarse con sus compañeros por WhatsApp. Y usted ahora les habla de la escritura de una novela famosa escrita con la pluma de las ocas, esas aves que ambos vieron no hace demasiado en el zoológico y de las que nunca llegaron a imaginar que pudieran ser un medio para redactar palabras.

    Sus hijos levantarán la mirada de la Tablet y, sin decir nada, seguirán disfrutando sus vídeos en YouTube, una plataforma que manejan con la misma soltura con la que usted a su edad manejaba un patinete o una peonza. Pensarán que usted es un carca y les habla de la Edad de Piedra.

    En fin, respire profundo. Son otros tiempos y son otros hábitos. A los chavales capaces de comunicarse con solo dos dedos (los pulgares) y sin despeinarse mientras escriben y envían al momento sus apresurados wasaps, les resulta difícil comprender que algún insigne escritor perdiera el tiempo mojando una pluma en un tintero para poder escribir un puñado de páginas. Y, ya puestos, quizá no sientan por él admiración sino más bien pesar por el sufrimiento que debió de pasar.

    Así pues, en los tiempos del Pokémon, los videojuegos en línea, la asistencia médica o la intervención en un juicio por videoconferencia, en estos tiempos en que se nos vende que los futuribles viajes a la Luna y a Marte van a ser tan comunes como viajar a Benidorm en los años 70 con el coche, vaca incluida, cargado hasta los topes, ¿qué sentido tendría escribir a mano con bolígrafo o con una pluma estilográfica? Con lo fácil que es redactar con un teclado de ordenador o incluso utilizar un moderno software que pase la voz a texto de manera automatizada, ¿para qué perder tiempo y energías rechazando las nuevas tecnologías? No sería muy inteligente, ¿verdad?

    Ventajas de la escritura a mano

    Pues aunque a alguno le pueda resultar paradójico, escribir a mano potencia la inteligencia, precisamente porque implica un mayor esfuerzo neuronal. Esto es lo que demostró en un experimento revelador Daniel Oppenheimer, un profesor de Psicología de una universidad americana. En dicha prueba optó por dividir a sus alumnos en dos grupos: uno de los grupos tenía que tomar notas a mano de lo que escuchaban en una conferencia, mientras que los alumnos del otro grupo tenían el mismo encargo, con la diferencia de que debían hacerlo usando un procesador de textos. Pues resulta que los primeros retuvieron mayor información del contenido de la conferencia, pues al no poder escribir todas las palabras que escuchaban se encargaron, de manera intuitiva e inconsciente, en separar lo que era importante de lo que no lo era. Esa selección implicaba una interiorización del contenido de la conferencia. Los componentes del grupo –por así decirlo– tecnológico lo tuvieron más fácil: podían escribir todo lo que llegaba a sus oídos gracias al manejo del teclado. Sin embargo, estaban tan relajados por el menor esfuerzo de implicación, que a la larga sus cerebros absorbieron menos información. Aun siendo personas, se habían fundido con los ordenadores  y habían trabajado de manera mecanicista.

    Grandes esfuerzos, grandes beneficios

    No sería nada nuevo afirmar que los grandes esfuerzos suelen producir grandes beneficios. Los médicos recetan a sus pacientes que se desplacen media hora o tres cuartos de hora al día… no en coche o en el metro, por muy cómodo que sea, sino caminando, que estimula la circulación de la sangre. La escritura a mano entraña, como caminar, un beneficio para la salud, en este caso cerebral. La escritura manuscrita, como ya indicamos al citar el experimento de Oppenheimer, estimula el cerebro y de manera natural nos incita a retener mayor información. Mejora pues el aprendizaje al obligarnos a poner los cinco sentidos mientras escribimos. Por otra parte, nos aparta en gran medida de caer en las habituales distracciones. Nos centramos en una sola cosa: escribir. Sin embargo, cuando escribimos en el ordenador recibimos numerosas tentaciones que nos apartan de nuestro objetivo: notificaciones de Facebook, del correo electrónico o de Instagram, ese vídeo que se reproduce solo o una canción en archivo de audio que comienza a sonar de repente… Los escritores lo saben y por eso muchos de ellos, por muy tecnológicos que sean, prefieren escribir a mano, porque les hace desarrollar todo su potencial creativo, aunque luego, cuando la obra esté terminada, decidan pasar el resultado al ordenador. (Algunos, ni eso hacen).

    Se dice también que escribir a mano, al ser una modalidad de gimnasia mental, agudiza nuestros sentidos y retrasa el envejecimiento. La medicina lo sabe y por eso se recomienda a las personas mayores el ejercicio mental de escribir o dibujar a mano. Además de ser tareas sumamente relajantes, mantienen activo el cerebro. Y un cerebro activo es un cerebro más sano.

    Archivo: Escritura

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