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  • Mantener un diario

    “En estos momentos me encuentro sentado al lado de la ventanilla del tren y observo el paisaje de invierno mientras mis compañeros dan unas cabezadas.” “Querido diario: hoy es la primera vez que estreno tus páginas. ¡Qué ilusión!”. “Esta mañana a las 10:30 ha caído un obús a medio quilómetro de aquí. Por suerte no hay heridos”. “9 de marzo. Soleado y con viento. Las prímulas empiezan a asomar sus brotes bajo la nieve”…

    ¿Le suenan estas frases? Seguro que sí: corresponden a entradas de un diario personal o de campo, un álbum con las páginas en blanco donde una persona expresa regularmente acontecimientos, observaciones, pensamientos o inquietudes personales a lo largo de un período de tiempo que puede extenderse varios años, incluso a lo largo de una vida entera.

    Hay numerosos precedentes de diarios o textos con anotaciones personales ya desde la Antigüedad (como por ejemplo las Meditaciones del emperador romano Marco Aurelio), pero el diario personal se popularizó y floreció como género literario en Europa a partir del siglo XVI y desde entonces, no ha dejado de practicarse. Hombres y mujeres de cualquier edad, personas anónimas o celebridades han dejado por escrito sus experiencias y su visión personal del mundo.

    Los diarios constituyen una interesante fuente de conocimiento sobre la sociedad y la historia que, por otros medios, sería muy difícil de alcanzar. Quizá el ejemplo más ilustrativo, en este sentido, es el conmovedor testimonio de Anne Frank, una adolescente judía que permaneció escondida durante la II Guerra Mundial por temor a la persecución nazi y que murió un tiempo después en un campo de concentración. Los artistas o científicos también utilizan el diario personal como una herramienta sumamente útil para registrar por escrito o gráficamente sus observaciones o ideas. Este tipo de diarios recibe también el nombre de “cuaderno de campo”.

    Existen numerosos ejemplos de diarios célebres: las crónicas bélicas de Winston Churchill y los diarios de viaje del explorador David Livingstone, los escritos del prolífico y divertido cronista inglés del siglo XVII Samuel Pepys, el diario personal del intelectual y político Manuel Azaña, etc., así como innumerables cuadernos de campo con observaciones científicas de todo tipo (botánica, meteorología, navegación, ciencias experimentales…) que constituyen un aporte muy valioso para la historia de la ciencia.

    Aunque nos hallamos en pleno auge de la era informática, muchas personas siguen prefiriendo el tradicional cuaderno como soporte de escritura para su diario personal. Escribir a mano proporciona al diario el valor de objeto único, de algo muy apreciado. Existen muchos tipos de cuaderno para elegir, dependiendo de las necesidades y, sobre todo, los gustos de cada uno: hay quien prefiere un bloc de notas ligero para poder llevar a todas partes, mientras que otras personas disfrutan escribiendo en un volumen encuadernado con tapas artesanales, que en ocasiones llevan un candado con su correspondiente llave para preservar su privacidad. Los artistas y amantes de la naturaleza a menudo adquieren cuadernos con papel apto para el dibujo (esbozos, caricaturas, etc.), mientras que otros se conforman con una libreta en espiral y papel pautado o cuadriculado.

    Entre los útiles de escritura la pluma estilográfica suele ser un favorito entre muchos amantes de los diarios personales, en parte por su valor estético, pero también por sus posibilidades caligráficas. Por supuesto, también es habitual escribir un diario con un bolígrafo del grosor, color, y calidad que se desee. Hay quien se siente más cómodo expresando sus pensamientos a lápiz, del mismo modo que los pintores y viajeros pueden llevan consigo plumillas, lápices acuarelables o rotuladores, por si desean ilustrar su entorno o sus experiencias.

    Escribir un diario supone una experiencia muy gratificante y al alcance de todo el mundo. Sólo hace falta elegir los útiles de escritura básicos entre las muchas posibilidades que nos ofrece el mercado y ponerle un poco de constancia y mucha ilusión. Por eso goza y seguirá gozando de tanta popularidad.

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