Celebrando San Papelero, celebrando la vida

No hay nada como celebrar entre amigos la memoria de tiempos pretéritos. Y eso es lo que hicieron un grupo de amigos el pasado 11 de febrero, día del San Papelero. No busquen el santo en el santoral, se trata de un santo ficticio que se creó durante una sobremesa, en la que, al albur de la conversación y el buen humor, se recordó la circunstancia del 23 de febrero de 1981, famoso día que ha pasado a la historia de España por el Golpe de Estado de Tejero. Mientras Milán del Bosh sacaba los tanques a la calle, poniendo a la joven democracia española contra las cuerdas, muchos papeleros se encontraban en Valencia, en la DIPA, la Feria de Papelería. Y eso, queramos o no, une mucho.

En esta comida se juntó una buena representación del grupo ACCS, que fue durante casi un decenio (desde 1998 a 2007) uno de los mayores grupos de papelería y de suministros de oficina. La comida y la sobremesa fueron largas y distendidas. Estuvieron presentes papeleros de los viejos y buenos tiempos: Ángel Gil (Papelería Gil, de Santander), Jesús Pinilla (Almacenes Pinillam de Lugo), Andrónico Perez (Informática Lanzarote), Pablo Fernández (BuroPlanet, de A Coruña), Encarna Marín (Murcia), Javier de la Rocha (La Rocha de Villalba), Joan Noguera (un gran profesional del sector, actualmente sin papelería) y José María Mateos junior y senior (Papelería Multipapel).

Fue una pena que no pudieran estar presentes otros compañeros de profesión a quienes les resultó imposible asistir. Se les echó de menos y se les recordó con mucho afecto. Por supuesto, se rindió un homenaje a Assumta, Juanjo y Pablo, que ya no están entre nosotros, y se recordó a otros profesionales de la papelería, compañeros, amigos, conocidos, personas que, de un modo u otro, con su esfuerzo hicieron posible en España el desarrollo de este apasionante sector.

No entraremos en detalles, pero puede el lector hacerse una idea de lo agradable que fue echarse unas risas, comentar los viejos tiempos y analizar el actual estado de la papelería en nuestro país.

Así las cosas, se mantienen al pie del cañón. Para el negocio, para la amistad, para la buena conversación. Si nada falla, seguirán reuniéndose en años venideros –los que estuvieron en esta última comida, y seguramente los que no pudieron asistir– para celebrar la suerte que han tenido de poder dedicarse al mundo de la papelería, que, con sus luces y sus sombras, tanto apasiona.