Escribir a mano y el uso de los colores implica un conjunto de procesos mentales que estimula la mente de los alumnos

Algunos estudios vienen a constatar lo que el sentido común y la experiencia ya saben. Por ejemplo: que la escritura manual es de gran importancia en edad temprana, pues ayuda a desarrollar la inteligencia y la memoria. Pero ¿qué dicen los estudios? Las pruebas llevadas a cabo por científicos de diferentes países inciden en que la escritura manuscrita desarrolla la mente hasta el punto de que los niños que comienzan a escribir a mano pronto tienen más facilidad para otras actividades propias de la escuela, como iniciarse en la lectura.

Se hace obvio, pues, que en la más tierna infancia actividades manuales de toda la vida mantienen su vigor en detrimento de otras asociadas a las nuevas tecnologías.

Acostumbrar a los niños a escribir a mano no es ningún problema, pues ellos mismos se decantan por esta actividad. Un estudio realizado en Argentina por Aula 365 dictaminó que el 50% de los niños de entre 6 y 12 años eligen como juego preferido alguno que esté vinculado al arte y al dibujo, mientras que el otro 50% se reparte entre actividades como los videojuegos, los cómics o las actividades con música.

Escribir (sea con lápiz, bolígrafo o pluma estilográfica) relaja y potencia el intelecto. Es importante que el niño aprenda a escribir cuanto antes, pues ese recurso le permitirá expresar sus ideas, pergeñar historias inventadas, realizar los exámenes… Si tiene facilidad a la hora de escribir las letras, podrá concentrar sus objetivos en el mensaje y crear oraciones de mayor enjundia. En definitiva: tendrá más opciones de comunicarse y de prosperar en el aula (y en la vida, cuando sea adulto).

El color también es muy importante

También el uso de los colores ayuda a potenciar el desarrollo intelectual de los niños. Trabajar con ellos supone un beneficio a la hora de desarrollar sus habilidades motoras, el lenguaje y la audición, y esto se produce gracias a que el cerebro está preparado para primar la información visual.

Los colores vienen recargados de connotaciones emocionales (sensaciones, sentimientos, recuerdos) que resultan un revulsivo durante el aprendizaje. Por eso es de vital importancia que escriban y dibujen a mano. Prácticamente a todos les encantan las tareas que conllevan el empleo de colores, pues para ellos es una forma de comunicarse y de comprender el mundo que les rodea.

Colorear tiene muchas ventajas para los niños: ayuda a desarrollar la coordinación motora fina y la óculo-manual, fomenta la autoestima y el espíritu creativo (especialmente si trabajan en grupo), desa-rrolla la inteligencia emocional y la percepción visual, y mejora el aprendizaje.

Los lápices (y otros utensilios de escritura) de colores suponen una ventana abierta a nuevos territorios que explorar. Los pequeños disfrutan en un entorno de aprendizaje agradable, sienten que están haciendo cosas nuevas y reciben el beneplácito de padres y profesores, que alientan sus progresos. Al fin y al cabo, todos hemos pasado por ese proceso: primero hemos dibujado garabatos, después monigotes y finalmente dibujos con mayor definición.

Colorear facilita en gran medida el aprendizaje de los conocimientos que adquieren los alumnos en sus primeros años de vida. Gracias a los colores se manejan mejor con los números, el abecedario o lecciones más complejas como las tablas (de sumar, restar, multiplicar…).

Estas ventajas vienen respaldadas por estudios como el de Darmouth College de Hanover, Estados Unidos. Los investigadores de este proyecto resolvieron que dibujar con colores estimula los dos hemisferios cerebrales, el izquierdo (responsable del pensamiento lógico) y el derecho (que se asocia con la imaginación y la creatividad).

Lápices, bolígrafos, rotuladores, pinceles… Todos ellos son utensilios de gran valor en el entorno educativo, y los niños los conciben como sus primeras herramientas para empezar a desenvolverse en el mundo.

Los colores y la escritura a mano, como se ha demostrado en estas líneas, pueden dar mucho juego en el ámbito de la educación. Lo apoyan numerosas investigaciones sociológicas, psicológicas y educativas encaminadas a mejorar la concentración y las dotes intelectuales del alumnado.