Grip 2001 de Faber-Castell: Un clásico sostenible

Muchas cosas comienzan con un lápiz: lo utilizan los estudiantes para escribir sus primeras letras, los escritores, arquitectos y diseñadores para plasmar sus bocetos en el papel y para dar forma a sus ideas, muchas de las cuales han sobrevivido a través de los siglos, como las obras de Johann Wolfgang von Goethe, Vincent van Gogh o Karl Lagerfeld.

Incluso el cosmonauta ruso Yuri Gagarin, quien en 1961 se convirtió en la primera persona en dar la vuelta a la Tierra en el espacio, se llevó un lápiz a bordo de la nave espacial Vostok, porque permite escribir también en ingravidez.

Ya sea una gran obra de arte, unos apuntes en un bloc de notas o una lista de la compra, es imposible imaginar nuestra vida cotidiana sin este sencillo útil de escritura. El hecho de que el lápiz haya podido conquistar el mundo desde su desarrollo en el siglo XVI se debe principalmente al espíritu pionero de un empresario alemán: Lothar von Faber (1817-1896), que convirtió la fábrica familiar en Stein, Franconia, en una marca global.

Hace más de 20 años, Faber-Castell revolucionó una vez más este tradicional útil de escritura con el lápiz triangular Grip 2001 de color plateado y su característica zona de agarre de puntos negros.

Un clásico, galardonado con múltiples premios y que sigue siendo muy popular entre los escritores de todo el mundo. ¿Por qué? Porque gana adeptos gracias a sus características: además de su forma triangular ergonómica, que lo hace indispensable para escribir sin cansarse, el Grip 2001, como todos los lápices Faber-Castell, también contribuye significativamente a la protección del medioambiente: está hecho de madera de silvicultura sostenible certificada, recubierto con barniz ecológico al agua y se produce sin emisiones de carbono, en la sede alemana de la empresa en Stein, cerca de Núremberg. También convence con su diseño y cada año se lanza al mercado en nuevos colores de temporada, justo a tiempo para el comienzo de la primavera; ahora disponible en color sombras rosadas.

Así que podemos decir que todavía hay muchos argumentos a favor de un buen lápiz, para que continúe inspirando a personas creativas en todo el mundo y sea un compañero analógico indispensable para todos; a fin de cuentas, cabe en un bolsillo y funciona sin cargador, WiFi o Bluetooth.