Mochilas, mucho más que portadoras de objetos
Por admin el 27 Feb, 2019 con Comentarios 0
La mochila, ese bolso de diversos materiales que se lleva a la espalda y sirve para guardar provisiones u objetos personales, se ha convertido en una estampa icónica de la urbe. Una mochila (en países como Colombia se la conoce como “morral”) tiene muchas funciones y se adapta a todas las edades y ámbitos, pero seguramente cuando pensamos en ella no viene a nuestra mente la imagen de un grupo de senderistas cargados con ellas mientras suben un escarpado camino de tierra o un caballo luciéndolas en los laterales. No, la imagen más recurrente es la del escolar risueño, solo o con los compañeros de clase, camino del colegio o bien de regreso al hogar.
Aparte de su pragmatismo, es un objeto que le aporta valor al niño en su inserción a la escolarización, pues en ella va a guardar sus pertenencias, eso que podríamos llamar sus primeros objetos personales. Establecerá, pues, una identificación con su querida mochila, que posiblemente lleve su nombre cosido. No es una mochila, es su mochila. Poco a poco el infante interioriza que este objeto le va a aportar buenas prestaciones y que, en contrapartida, deberá cuidar de él. Y como la capacidad de una mochila es reducida, el niño o la niña aprenderán también a usarla con inteligencia, metiendo en ella lo imprescindible.
Frente a las carteras que dominaban el mercado años atrás, las mochilas presentan al menos un par de virtudes: son más ligeras y más ergonómicas, pues vienen provistas de cinturones en el pecho y en la pelvis para así acomodar la carga y repartirla armónicamente en la espalda del niño.
Las mochilas tienen muy buena aceptación entre los chavales de todas las edades: son distendidas, divertidas, personalizables, útiles y además están muy bien pensadas para almacenar y organizar sus objetos personales en diversos compartimentos de tamaños diferentes, lo cual permite mantener ese orden que toda persona requiere.
Datos a tener en cuenta a la hora de comprar una mochila
Hay que considerar la idea de comprar para los hijos una mochila de calidad, pues al fin y al cabo la va a usar durante todo el curso y, dependiendo de su estado y prestaciones, quizá también en los venideros. Al ser un artículo de batalla, un todoterreno en el que meter numerosos objetos que acompañarán al niño en sus ratos de aprendizaje pero también en sus correrías, es muy recomendable adquirir una mochila robusta, estable, impermeable, que venga dotada con cremalleras y hebillas fuertes, pues son los primeros elementos que suelen romperse. Fijarse en las etiquetas es casi una exigencia: son muy informativas y nos aportan datos valiosos: nombre y dirección del fabricante, el marcado CE de conformidad europea, para qué edad es óptimo el producto, etc.
Siempre viene bien que las mochilas incluyan reflectores, para que el niño o la niña en cuestión puedan ser vistos en situaciones de poca visibilidad.
La mochila, por sus características, es casi una prenda. Es conveniente por eso que en el momento de la compra el escolar acompañe a sus padres, que se la pruebe y se asegure de que va a sentirse cómodo con ella. Si la mochila se desliza por sus hombros o le aprieta el cuello, es mejor probar con otra. Además, es importante que el escolar elija un modelo que sea de su agrado, a ser posible que se ajuste a su edad. Hay que tener en cuenta que en poco tiempo la estética de la mochila puede quedarse obsoleta por demasiado infantil.
El problema del peso
Todo lo que sea cargar peso puede suponer un problema para la espalda de los chavales, pero hay mochilas con respaldo acolchado que hacen más liviano ese peso. Conviene también que las correas sean almohadilladas y tengan cuatro centímetros de ancho como mínimo.
Para solventar el problema de que los niños vayan demasiado cargados, el mercado ofrece otro tipo de soluciones conceptuales: mochilas dotadas con ruedas, a modo de carritos, para cuando los escolares tienen edad de llevar varios libros al colegio día a día. Gracias a las ruedas, el peso es más ligero. O eso se supone: en cuanto a la disyuntiva mochilas versus carrito, no hay criterio único, rotundo, entre fisioterapeutas y pediatras, sino que se relativiza la idoneidad de una u otra dependiendo de la edad del escolar, el peso que debe cargar y otros matices. En cualquier caso, se recomienda, si se opta por la mochila ordinaria, que una vez colgada a la espalda no sobrepase el 10% del peso del niño.
Todo un mundo de colores y sensaciones
Hoy día se ha llegado a tanta variedad en la producción de mochilas que parece difícil definirse por una u otra. Piensen en un diseño y en un material, piensen en un color y en un formato, y seguramente lo encuentren. Las mochilas ofertan un mundo de colores y sensaciones para los más pequeños, los conectan con sus sueños, con sus personajes preferidos. Les hacen, en definitiva, la vida más amable.
Un complemento habitual de las mochilas es el portatodo (una bolsita, estuche, bandolera o neceser) que, como indica su nombre, sirve para meter de todo. Esta suerte de cajón de sastre puede albergar lápices, rotuladores, gomas, gafas, pañuelos, algún pequeño juguete, cromos… Es uno de los artículos más demandados en papelerías y en tiendas especializadas, y al igual que las propias mochilas están disponibles en mil y un diseños. A veces se venden en un set junto con las mochilas (normalmente a juego) y otras, por separado.
Archivo: Material Escolar
About the Author: