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  • El poder transformador del Mindfulness

    Vivimos tiempos apoteósicos. La premura manda y el ciudadano obedece. Como suele decirse: “quien no corre vuela”. Qué remedio…

    ¿Hemos dicho “apoteósicos”?. Sí, esa es la palabra. Aunque la apoteosis se refiere por definición a una celebración, a un momento culminante, a algo que en definitiva marca un hecho especial, parece como si todo cuanto hacemos en el día a día presente estas características. Todo pasa ante nuestros ojos a gran velocidad, y estamos tan acostumbrados al ajetreo, que ni siquiera nos planteamos que podamos actuar de manera más pausada y equilibrada.

    Nuestro sector no se escapa de esta vorágine. Es cierto que cada vez hay más profesionalidad, que   los productos son cada vez mejores  y más personalizables, que cada vez se satisfacen mejor las necesidades de los clientes… Todo eso es cierto. El problema es que todo lo queremos para ayer, y eso produce ansiedad en las personas que están involucradas en este mercado. Este es un sector muy competitivo y los profesionales mantienen unos niveles de autoexigencia muy altos. Eso redunda, por supuesto, en  mayor prestigio y mayor productividad del sector, algo que agradecemos quienes nos dedicamos a él. Pero…

    No estamos hablando de temas menores. La ansiedad es un gran problema. Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), los casos de ansiedad y de depresión han aumentado notablemente en la última década.

    Así que ahora que inauguramos año, no está de más preguntarnos: ¿podemos conjugar profesionalidad y armonía personal? ¿Podemos vivir sin estrés y seguir siendo profesionales rigurosos? ¿Podemos ser eficientes desde la serenidad?

    El Mindfulness podría ayudar

    Es probable que quienes amamos nuestro trabajo no necesitemos cambiar radicalmente nuestra forma de movernos por el mundo, que bastaría con modificar ciertas pautas negativas en nuestro beneficio. En esta línea opera el Mindfulness, que podemos traducir como “atención plena”, o “atención consciente”. Se trata de una filosofía de vida que se encarga de integrar la meditación en el día a día. El Mindfulness ayuda al individuo a encarar sus responsabilidades con armonía, tranquilidad y felicidad, dificultando así el avance de esos enemigos hostiles que son la ansiedad y la depresión.

    El Mindfulness, de origen budista, con más de 2.500 años de antigüedad, promueve la meditación como actividad cotidiana a sabiendas de que esta puede convertirse en un arma eficaz para liberarnos de pensamientos nocivos.

    La meditación del Mindfulness persigue mejorar nuestra calidad de vida, y no está asociada ni a religiones ni a escuelas de pensamiento concretas. Es –por así decirlo– un tipo de meditación terrenal que aprovecha los avances científicos y el conocimiento adquirido en las últimas décadas sobre la conexión entre la mente y la salud.

    El objetivo pasa por atender la realidad con nuevos ojos, apreciar el presente tal como es, libres de pensamientos negativos que acaban por automatizarse y nos impiden desarrollarnos espiritualmente.

    No es una tarea sencilla, pues la tendencia del ser humano es repensar lo ya vivido (el pasado) mientras hacemos planes (en el futuro), a veces difíciles –por no decir imposibles– de llevar a cabo. Pero que no sea algo sencillo no quiere decir que sea inviable. Muy al contrario, son muchísimas las personas que practican el Mindfulness y disfrutan de un autocontrol que potencia su seguridad y confianza en sí mismos.

    Una vez que uno detecta esos patrones de pensamiento que tanto dolor nos causan, estamos en el camino correcto para reconducirlos con armonía. El Mindfulness es, resumiendo mucho, la lucha desde la meditación contra esas emociones recurrentes que nos perturban.

    Suena bien, ¿verdad? La gran noticia es que además es posible.

    Ventajas del Mindfulness

    - Reduce la ansiedad y nos enseña a vivir el momento, dejando atrás pensamientos excesivamente focalizados en el pasado y en el futuro.
    - Ayuda a prevenir y combatir la depresión.
    - Cuenta con el apoyo de la Ciencia, y está avalada por los científicos.
    - En sesiones cortas –de diez minutos al principio, y de media hora después, por ejemplo– ya se notan sus efectos positivos.
    - Persigue objetivos concretos y accesibles: paz interior, satisfacción personal, descanso, potenciación del autocontrol.
    - Nos permite ser más creativos y rendir más en la vida (y también en el trabajo).
    - Para practicarlo solo se necesita una cosa: ganas.
    - Potencia la memoria y la inteligencia emocional.

    Cómo practicar el Mindfulness

    Practicar el Mindfulness precisa ciertos requisitos, sobre todo cuando somos novatos y no estamos habituados a hacer meditación. Para llevarlo a cabo con solvencia sería de agradecer un entorno placentero, sin ruidos (nada de alarmas ni teléfonos móviles encendidos) y a una temperatura agradable (entre 20 y 25 grados centígrados). A algunas personas les ayuda escuchar música, mientras que otros prefieren el silencio. En cualquier caso, es preferible que la música sea monótona, para evitar distracciones.

    Unos prefieren hacerlo en la vivienda y otros al aire libre, unos en soledad y otros en compañía, unos sobre una toalla y otros sobre una esterilla… Lo importante es estar a gusto. Y en este sentido ayuda llevar ropa cómoda, practicarlo sin calzado y sin complementos (anillos, pulseras…).

    Los especialistas nos informan de que es importante mantener una posición corporal correcta: sentados en el suelo, con la espalda recta pero sin sentir en ningún momento tensión. La posición del loto (que permite abrir las caderas y ganar flexibilidad en los tobillos y las rodillas) es recomendable. Por lo general se recomienda dejar brazos y piernas relajados –sueltos o sobre las caderas– al tiempo que la columna está bien alineada.

    Dicho así, parece que exige gran preparación. Y esto es verdad solo al principio. Con el paso del tiempo se gana en soltura y en concentración, hasta el punto de que algunas personas con mucha práctica son capaces de practicar el Mindfulness casi en cualquier momento y en cualquier lugar.

    Concentrar la atención en la respiración es imprescindible. Hay que sentirla sin estar pendiente de ella en exceso, dejar que fluya de manera natural. Cuando se consigue centrar la conciencia en la respiración, podemos repetir una palabra o frase corta que funcione a modo de mantra, y visualizar una imagen determinada –real o de nuestra cosecha– que nos produzca placer.

    Si practicamos correctamente el Mindfulness, llegaremos al punto en que nuestra mente estará “en blanco”. Ese el culmen de la meditación.

    Al terminar, hay que “desperezarse”, disfrutando el momento, y levantarse del suelo sin brusquedad y sin prisas. Listos ya para afrontar una nueva jornada con optimismo y fuerzas renovadas.

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