• Colores
  • Iconos de la cultura de la escritura

    Una aventura que comenzó con cánulas y tinteros en épocas tan lejanas como memorables. Un despertar a la belleza que lleva más de ciento veinte años cautivando a un selecto grupo de aficionados y coleccionistas. La pasión de llevar al máximo la individualidad más extrema y entrañable. Detenernos frente a la insoslayable excelencia de las formas y dejar que se adueñen de nuestros sentidos. Ser nosotros mismos y expresarnos.

    La aventura, el despertar, la belleza, la pasión, las formas son motivos más que suficientes para dedicarle algunas palabras al excelso rincón de la escritura de alta gama

    Comencemos por la sensación que subyuga el alma cuando cogemos una estilográfica. Sopesamos su peso entre los dedos y seguimos con la mirada las delicadas formas de su cuerpo. Nos detenemos un segundo frente a su imponente presencia sabiendo que dentro de tanta belleza exterior encontraremos aún más belleza en cuanto aligeremos su peso al quitarle el capuchón.

    Los reflejos furtivos que destella la pluma, dorados o plateados según el noble material que le donó su esencia, iluminan la estancia. Desde nuestro ángulo, vemos cómo se estrecha y se alarga recostada en nuestro pulgar, sostenida con delicadeza por el resto de la mano levemente recogida. El dedo índice nos servirá de guía cuando, al mecerla apenas, descubramos el perfil perfecto de esta joya.

    Tentados por un irreprimible deseo, cogemos un folio. Al inclinar la estilográfica sobre el papel, mana su sangre, azul o negra, y dejamos que la imaginación fluya mientras el plumín se desliza con la suavidad del terciopelo dejando una estela de notas musicales, letras escritas al azar, o un poema.

    Somos pacientes, volvemos a intentarlo. ¿Es nuestro trazo aquel que habíamos imaginado? ¿Es la tinta del color que más nos apetece? ¿Sentimos que nuestra estilográfica recorre la página con la enloquecida naturalidad del gozo más sublime?

    Cogemos el capuchón y esperamos escuchar el “clic” al cerrarlo sobre la anilla. Volvemos a admirar las formas y el proceso comienza una vez más. Estamos frente a una joya, y las joyas nos imponen el mimo y la dedicación más delicada.

    La elección de una estilográfica requiere de un ritual al que debemos someternos con las alas de la mente tan abiertas como las velas desplegadas de una nave que se bota por primera vez.

    Existe un ángulo especial, existen varios ángulos; un color ideal entre muchas tonalidades que varían de una marca a otra, un estilo que se ajusta o se aleja de nuestro propio estilo. Existen miles de estilográficas de alta gama realizadas por artesanos que desde hace más de cien años trasmiten su saber de generación en generación y recurren a la tecnología más avanzada para que coleccionistas o aficionados, escritores o escribientes, nostálgicos o empresarios de la era de los PDA y las agendas electrónicas, puedan encontrarse un día con su estilográfica. Aquella que es única y personal. Que personaliza nuestra propia letra, nuestros rasgos, que deja entrever nuestros sentimientos. Que da confianza, que imprime una huella única e irrepetible.

    En muchas ocasiones hemos hablado de la escritura y de la estilográfica. Creíamos que ya lo habíamos dicho todo. Imposible, sería una quimera. Mientras nuestras manos sean capaces de sostener una estilográfica siempre fluirán las palabras y el sentimiento que provoca su belleza nos inspirará unas líneas.

    Archivo: Escritura

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